sábado, 10 de octubre de 2015

San Juan Bautista, de Rodin

Museo de Orsay

Esta figura está privada de los atributos habituales, la cruz y la filacteria, que permiten reconocer al santo. Solo queda el gesto de la mano derecha alzada que parece suspendida en el espacio, mientras que el rostro demacrado del santo describe el asceta que predica en el desierto. El enfoque de Rodin consiste en suprimir siempre lo que le parece superfluo o lo que da a la obra un sentido demasiado evidente.
Rodin contó cómo un campesino de los Abruzos, Pignatelli, le sugirió la idea de esta figura, al acudir para ofrecerse como modelo: "Al verle, me llenó de admiración; este hombre basto, hirsuto, expresaba en su forma de ser (…) toda la violencia, pero también todo el carácter místico de su raza. Pensé inmediatamente en un San Juan Bautista, es decir en un hombre de la naturaleza, un iluminado, un creyente, un precursor que acude para anunciar al alguien más grande que él. El campesino se desnuda, se sube a la mesa giratoria como si no hubiese posado nunca. Se planta, con la cabeza alta, el torso recto, apoyándose a la vez en ambas piernas, abiertas como un compás. El movimiento era tan justo, tan caracterizado y tan verdadero que me dije: "¡Pero si es un hombre andando!" Me decidí de inmediato en hacer lo que vi." (Dujardin-Beaumetz, 1913).
Rodin y su método.
Para Rodin el artista no debía ser un esclavo del modelo, al contrario: era el artista el que escogía, con su propio ojo y sensibilidad, el objeto a representar y por medio de su imaginación era capaz de modificarlo para crear una imagen nueva a los ojos del mundo. 
Anatómicamente falta una lógica entre las proporciones, pues éstas son utilizadas para resaltar el sentimiento. El proceso por el cual están hechas sus esculturas es el vaciado, y aunque en la actualidad conocemos estas piezas trabajadas en bronce, en su época Rodin elaboraba estas piezas en yeso: vaciaba el yeso, material usado como borrador y desechado por los escultores, como una manera de criticar al circuito del arte y a la escultura en mármol (blanco igual que el yeso, pero infinitamente más costoso), reconocida como la única oficial. Su mensaje era claro: la imagen es superior al material con el que está construido.

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